Las solicitudes se realizan por motivos diversos, entre ellos enfermedades como el cáncer, bodas, nacimientos y visados de turismo
Eunice Santana García, con ocho años viviendo en España, tenía que ser intervenida por un carcinoma de mamas cuando solicitó el visado para su madre, a fin de que la acompañara en el proceso, pero la petición fue negada.
La médica de 38 años, residente Huelva, Andalucía, dice que llegó a ese país un 16 de octubre 2014, tiene nacionalidad y trabaja para el Servicio de Salud Andaluz (SAS).
“He apelado por dos ocasiones”, lamenta al tiempo de asegurar que en su opinión es “el peor consulado que hay, porque no nos tienen respeto sin importarle que uno sea nacional, que está en esta nación realizando una función muy importante en la sanidad”.
República Dominicana es uno de los pocos países de la región que a su habitantes se les exige visado para ingresar al Estado Schengen. El proceso para obtener el permiso resulta ser, en ocasiones, tormentoso, sin importar si tienen algún familiar residente en esa nación.
La negación de la visa Schengen ha resultado un dolor de cabeza para dominicanos en España que han solicitado el permiso para familiares, ya sea por situaciones de salud, celebración de bodas, nacimientos o incluso por turismo.
Pero, ¿cuál es la razón para negar esa solicitud de entrada? De acuerdo con testimonios dados a ACENTO, de profesionales residentes en España, entre ellos médicos y comunicadores, sobre familiares a los que les ha sido negado el visado, afirman que lo único que les han contestado, una vez que apelan la decisión del consulado, es que las informaciones suministradas “son poco fiables”.
Además de República Dominicana, Belice, Cuba, Surinam, Bolivia, Ecuador, Guyana y Haití, necesitan el visado Schengen para entrar a la Unión Europea. |
Eunice cuenta que cuando hizo la carta de invitación a su madre porque iba a ser intervenida de un carcinoma de mamas, aportó el informe médico firmado por la especialista del sistema sanitario público y alegaron que la información era poco fiable, “yo estando sola aquí”.
“Las autoridades dominicanas no prestan atención a nada de eso, nosotros no tenemos apoyo de nadie”, se queja.
El parto
La periodista Mary Esther Campusano Guerrero, de 39 años, vive en España desde 2007. Primero en Sevilla y desde hace 11 años en Madrid.
A finales de marzo de 2021, se convirtió en madre de una niña llamada Clara y quería que su madre conociera a la pequeña.
“No pensé que tendríamos problemas, ya que mi madre pudo visitarme en 2017. Y en esta ocasión negaron el visado diciendo que no había motivos fiables para el viaje y para que mi madre regresará a República Dominicana; apelamos y fue denegada la solicitud de nuevo”, narra.
Mary Esther señala que especificó que su progenitora tiene vivienda propia en el país y que contaba con el aval económico tanto de ella como de su hermano.
Sostiene que siente que los dominicanos en España no tienen el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores (Mirex), ni demás autoridades. “Nos sentimos abandonados y es una discriminación que siendo ciudadanos españoles el consulado nos ningunea cada vez que les niega el visado a nuestros familiares”.
La periodista, que se ha comunicado con otros cuyos familiares han corrido con la misma suerte, dice que hay casos de ingresos hospitalarios en situaciones graves que han tenido que pasar el proceso sin sus familias, porque no les conceden el visado.
La boda
Para E.P.M celebrar su boda y tener a sus padres en la ceremonia no le fue posible. Médico, actualmente residente en medicina familiar y comunitaria, vive en Madrid desde el año 2015 y se le concedió la nacionalidad española por residencia en el 2020.
Con la preparación de la boda, cuenta que solicitó el visado de turismo a sus padres en el verano del 2021, ambos adultos mayores de 72 y 85 años, de esos que “no salen de su campito, le temen al frío y no les gustan los aviones”.
Sin embargo, la razón por la que se motivaron a ir era para ver a su única hija casarse, boda que tuvieron que ver a través de un ordenador.
Cuenta que le negaron el visado a sus padres porque “el motivo del viaje no era fiable y entendían que había riesgos de que no volvieran a República Dominicana al terminar el visado”.
“Fue muy doloroso… Pero bueno, sometimos una apelación explicando que mis padres eran ancianos que ya no se acostumbrarían a vivir fuera de su pueblo, que mi padre todavía trabajaba su tierra y tenía sus animales, que eran personas de bien que no tenían ningún interés en hacer nada ilegal; aportamos también más documentación que avalaba que me iba a casar por la iglesia. Nunca respondieron”, agrega.
Sostiene que escribió varias veces solicitando respuesta y explicando que se quedaban sin tiempo, pero solo le respondían que su proceso estaba en trámite y que si quería fuera al juzgado de lo contencioso, lo que, explica, tardaría años y tenía la fecha de matrimonio muy cerca.
“Hasta el día de hoy no me han contestado la apelación. Mis padres cumplían con todos los requisitos exigidos para solicitar un visado de turismo. Pensé en cancelar el matrimonio – cambiar la fecha -, pero ya a esa altura era complicado cancelar porque habían proveedores pagados, todo organizado, habíamos hecho los trámites con la iglesia, todo”.
Lo que más le duele, afirma, es que se casó sin sus padres; “sin que mi viejo llevase a su única hija al altar”.
“Nos quedamos con el alma rota todos. Me casé deprimida, con mis padres intentando ver el matrimonio desde un ordenador. Lloré por semanas. El que debió ser uno de los mejores días de nuestra vida se empañó con esa pesadilla. Nos