La puntualidad fue su carta de presentación en DE PRIMER MINUTO, donde a las 9:00 de la mañana, Ivana Gavrilovic llegó con elegancia y simpatía, despejando cualquier duda sobre su origen. Con un vestido verde y crema, accesorios dorados y un maquillaje impecable, dejó ver su historia sin filtros.
“Yo no vengo de Serbia, yo soy de Serbia”, aclaró, rompiendo la confusión sobre su nacionalidad. Aunque su acento dominicano delata su arraigo, su apellido revela sus raíces. A sus 12 años, vivió en carne propia los horrores de la guerra en su país natal.
La tragedia la siguió desde temprana edad con la pérdida de su padre a los cinco años, quien se suicidó sin dejar rastro. La búsqueda de su tumba años después en Serbia marcó el inicio de su travesía hacia República Dominicana, donde llegó con su madre y hermano en busca de seguridad y paz.
Su adaptación no fue fácil. Tras la estafa que dejó a su familia en la calle, enfrentaron la adversidad con dignidad. El apoyo de vecinos les brindó sustento en momentos críticos, mientras Ivana aprendía a subsistir en un país ajeno y desconocido.
El sacrificio de su madre, una cosmiatra, finalmente les abrió puertas hacia la estabilidad. Su empleo en Plaza Central significó el inicio de una nueva etapa, donde Ivana pudo acceder a la educación universitaria en Psicología Clínica.
Pese a su éxito profesional en los medios de comunicación dominicanos, la sombra del hambre y la enfermedad de su madre la acompañaron. El deber de cuidarla y proveer para ella la enfrentó a desafíos económicos insuperables, llevándola al borde del colapso.
La solidaridad de amigos y la fortaleza interior la sostuvieron en los momentos más oscuros. Con el tiempo, Ivana emergió como un ejemplo de superación, manteniendo una actitud humilde y previsora ante los desafíos que la vida le deparaba.
Hoy, como conductora de «Protagonistas» y cónsul honoraria de Serbia, Ivana canaliza su experiencia hacia proyectos de promoción turística y cooperación cultural, llevando consigo la lección de que, incluso en medio de la adversidad, siempre hay espacio para la esperanza y el crecimiento personal.