Redacción.- A 11 metros de profundidad, frente a las costas de Panamá, Rüdiger Koch, un ingeniero aeroespacial alemán de 59 años, ha estado viviendo durante los últimos dos meses en una cápsula adherida a una moderna casa flotante construida sobre las aguas del mar Caribe. Koch tiene como objetivo lograr un récord Guinness y demostrar que es posible vivir y trabajar plácidamente bajo el mar.
«Trasladarnos al océano es algo que deberíamos hacer. Es mucho más tranquilo estar aquí abajo, no es como la vida en la ciudad. Lo que se escucha son las olas y el leve ‘ruido de los peces», explica Koch en inglés, mientras se encuentra en su encierro subacuático.
Su hogar subterráneo tiene 30 m² y está equipado con lo esencial: un inodoro portátil, una cama, un televisor, una computadora, una bicicleta estática y abanicos. Además, Koch tiene acceso a internet satelital y energía solar, aunque también dispone de un pequeño generador eléctrico. Sin embargo, carece de una ducha, un detalle que no parece incomodarlo demasiado.Me despierto a las seis, sigo las noticias, trabajo un poco y luego preparo el desayuno para ocuparme de todas las cosas que surgen a diario”, comenta. Entre sus pertenencias, se encuentra un ejemplar de su libro favorito: 20.000 Leguas de Viaje Submarino, la obra clásica de Julio Verne.
La estructura de su vivienda es circular, con ventanas que ofrecen vistas panorámicas de 360 grados, lo que le permite observar el mar y los peces de diferentes tamaños que nadan a su alrededor. Para ingresar a la cápsula, se debe subir por una escalera colgante o un montacargas, y luego descender por una estrecha escalera de caracol hasta llegar a la cabina sumergida.
“Vivir aquí no es particularmente duro, no siento que esté sufriendo en absoluto, aunque lo más difícil es que a veces quiero bucear”, afirma Koch, quien disfruta de la serenidad que le ofrece la vida bajo el agua. Desde sus ventanas circulares, puede admirar el fondo turquesa del mar, una vista que considera única.