El ejército israelí anunció este martes la muerte de Ibrahim Kobeisi, un alto comandante de Hezbollah, en un bombardeo sobre Beirut. Kobeisi, vinculado a lanzamientos de cohetes contra Israel y responsable del secuestro y asesinato de tres soldados israelíes en el año 2000, falleció mientras otros comandantes estaban presentes, aunque no se confirmó si también resultaron heridos.
Este ataque es parte de una escalada en la región, con intercambios de fuego entre Israel y Hezbollah, el grupo político-militar libanés. El saldo de la ofensiva israelí supera ya las 560 muertes, con más de 1.800 heridos, según cifras del Ministerio de Salud del Líbano.
Mientras, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, el embajador israelí Danny Danon aseguró que su país preferiría evitar una invasión terrestre en el Líbano, pero advirtió que tomarán las medidas necesarias para poner fin a los ataques de Hezbollah, que han forzado el desplazamiento de miles de israelíes.
En Líbano, los bombardeos han provocado un éxodo masivo. Familias desplazadas pasan las noches en refugios improvisados o duermen en autos, mientras enfrentan la incertidumbre de un conflicto que podría prolongarse. Según la ONU, entre las víctimas civiles también se encuentran empleados de la organización, lo que subraya la gravedad de la situación humanitaria.
Hezbollah, por su parte, continuó lanzando misiles hacia el norte de Israel, donde los ataques han causado daños en infraestructuras y herido a varios civiles. Las Fuerzas de Defensa de Israel han intensificado sus bombardeos, alcanzando arsenales y plataformas lanzacohetes en el sur del Líbano y el Valle del Beká.
Con la región al borde de una guerra total, la comunidad internacional sigue atenta, aunque la posibilidad de una solución diplomática parece, por ahora, lejana.