La frágil tregua entre Israel e Irán se mantiene en un delicado equilibrio, mientras el Ministerio de Exteriores iraní ha reconocido que sus instalaciones nucleares han sufrido «graves daños» a raíz de los recientes ataques atribuidos a Israel y Estados Unidos. A pesar de esta admisión, el vocero de la cancillería optó por no ofrecer detalles sobre el alcance exacto de la destrucción, dejando en el aire la verdadera magnitud del impacto.
En medio de esta incertidumbre, la preocupación internacional se intensifica. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha emitido una demanda urgente para conocer el paradero del uranio enriquecido que el régimen iraní habría retirado de la planta de Fordow. El director general del OIEA, Rafael Grossi, ha enfatizado la crucial necesidad de reanudar las inspecciones para poder reevaluar las reservas de uranio de Irán, especialmente tras los bombardeos estadounidenses del domingo que, según informes, impactaron en tres recintos nucleares. Sin embargo, en un movimiento que desafía directamente a la comunidad internacional, el parlamento iraní votó para acelerar una propuesta que suspendería de manera efectiva la cooperación del país con el OIEA, complicando aún más los esfuerzos de verificación.
La efectividad real de los ataques a las infraestructuras nucleares de Irán sigue siendo un punto de considerable debate. Mientras informes de inteligencia estadounidense sugieren que el programa nuclear iraní solo habría sufrido un retraso de unos pocos meses, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien fue clave en la negociación del cese de hostilidades, insiste en que la reconstrucción podría llevar «años». Esta postura es respaldada, en parte, por el portavoz militar israelí, Brigadier General Effie Defrin, quien afirmó que Israel asestó «un golpe significativo al programa nuclear», retrasándolo «por varios años».
A pesar del alto el fuego, que Trump calificó como «muy bueno», y las declaraciones de su enviado especial para Medio Oriente, Steve Witkoff, sobre conversaciones ya en marcha para un «acuerdo de paz integral» que vaya más allá de la tregua, Teherán ha sido categórico: no renunciará a su programa nuclear. Esta firmeza se ha visto acompañada de acciones internas que reafirman su postura desafiante. En un giro sombrío, Irán ha continuado con las ejecuciones relacionadas con el conflicto, ahorcando a cuatro prisioneros más bajo cargos de espionaje para Israel. Esto eleva a siete el total de ejecuciones por espionaje desde el 16 de junio, subrayando la compleja y volátil situación que se vive en la región.
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