Al Pacino, el icónico actor que ha dejado una huella imborrable en el cine con películas como The Godfather y Serpico, ha revelado detalles íntimos de su vida en sus memorias Sonny Boy, que se publican en español esta semana. A sus 84 años, Pacino hace un repaso de su vida personal y profesional, marcada por altibajos, adicciones, éxitos y fracasos.

En el libro, el actor confiesa que su mayor deseo tras la muerte es reencontrarse con su madre, Rose, a quien dedica muchas de sus reflexiones. “Ella fue la mujer de mi vida”, asegura, recordando cómo lo apartó de un camino de delincuencia y drogas que se llevó a sus mejores amigos de la infancia. Este vínculo con su madre también lo marcó durante su carrera, siendo ella la primera persona en su mente al ganar el Oscar por Scent of a Woman en 1992.

Pacino repasa su infancia en el South Bronx, su ascenso al estrellato de la mano de Francis Ford Coppola, y su relación con figuras clave como Diane Keaton, quien fue fundamental en su regreso al cine tras una retirada temporal en los 80. Además, el actor revela los desafíos financieros que enfrentó, incluyendo dos bancarrotas, la más reciente en 2011, y cómo su vida personal —particularmente su papel como padre— le ha dado nuevas perspectivas.

Una larga carrera llena de altibajos, en la que se encontró con mucha gente que le ayudó de distintas maneras, como Martin Sheen, con quien hasta compartió apartamento; Francis Ford Coppola, que se empeñó en hacerle protagonista de ‘The Godfather’ pese a ser un desconocido en Hollywood, o Diane Keaton, su pareja durante años y la que le impulsó a regresar al cine tras su retirada en 1985.

Cuatro años después de esa retirada, tiempo durante el cual se centró en el teatro, Pacino se encontró arruinado. «Miré la caja y estaba vacía», señala el protagonista de ‘Dog Day Afternoon’ (1975), que reconoce que fue gracias a Keaton que pudo recuperarse de aquella crisis cuando le forzó a volver al cine.

El actor también comparte cómo sobrevivió a excesos y a la pandemia de COVID-19, asegurando que llegó a experimentar la muerte, solo para regresar convencido de que no había nada del otro lado.

Reconoce que no tenía ningún control sobre su dinero y pagaba 400.000 dólares al año por una casa «en la que ni vivía». Pero asegura que nunca se desesperó y empezó a aceptar trabajos solo por dinero.

Lo peor no fue la ruina si no el declive físico. «Con casi ochenta años descubrí que hay que cuidarse», recuerda el actor, a quien los excesos empezaron a pasarle factura.

«Todos los abusos en el cuerpo, las sustancias que te introduces en tu juventud, vuelven para fastidiarte». Y también llegó el covid.

Pacino, con la sinceridad y reflexión que lo caracterizan, muestra en sus memorias cómo ha sido capaz de superar las adversidades y seguir adelante, siempre con la mirada puesta en el legado que deja, no solo en el cine, sino en la vida de quienes más le importan.