La pasión por la velocidad y la adrenalina ha llevado a muchos dominicanos a invertir grandes sumas de dinero en la transformación de sus vehículos. Para este grupo de entusiastas, no se trata solo de instalar accesorios llamativos, pintura brillante o luces personalizadas, sino de ir más allá: modificar el corazón del auto.
Motores, transmisiones y sistemas de alto rendimiento son intervenidos con precisión casi quirúrgica para elevar al máximo las prestaciones de los automóviles. Estos fanáticos no se conforman con tener un deportivo o un vehículo de lujo; buscan romper los límites de potencia y velocidad impuestos por los propios fabricantes, en una búsqueda constante por exprimir cada caballo de fuerza.
Aunque en República Dominicana no existen plantas automotrices, el país cuenta con talleres especializados y mecánicos altamente capacitados que se han ganado reputación en el mundo del “tuning” por su destreza y creatividad. En estos espacios, los propietarios no escatiman gastos para convertir sus autos en verdaderas máquinas de poder y estilo.