Punta Cana (República Dominicana).- La República Dominicana enfrenta nuevamente un fuerte embate del sargazo en sus playas, especialmente en la zona turística de Punta Cana, donde la presencia de estas macroalgas ha obligado a redoblar los esfuerzos de limpieza y mitigación.
Máquinas recolectoras y trabajadores con carretillas forman ya parte habitual del paisaje costero. Marlon, un joven de 28 años que trabaja en la playa de Bávaro, relata que su jornada comienza a las 8:00 de la mañana y que realiza decenas de viajes al día retirando el sargazo que se acumula en la orilla. “Quitar estas algas ayuda a que los turistas puedan caminar con más facilidad y que la playa luzca mejor”, explica.
Mientras los pequeños hoteleros recurren a brigadas manuales, los grandes complejos turísticos han implementado maquinaria especializada que tritura y transporta el sargazo de forma más eficiente. Esta rutina se ha vuelto una especie de espectáculo para muchos visitantes, que observan curiosos el trabajo de limpieza, aunque otros siguen disfrutando de sus vacaciones aprendiendo a bailar bachata o jugando voleibol en la arena.
Sin embargo, el impacto del sargazo no pasa desapercibido. Fernanda, una turista española, asegura que es la primera vez que ve las playas tan cubiertas de algas. “Siempre vengo en diciembre. Esta vez vine en verano y me ha sorprendido mucho. Aun así, volvería, pero en Navidad”, confiesa.
La situación también complica el trabajo de guías turísticos como Pedro, dedicado al buceo en la zona. “Es difícil conseguir clientes, muchos creen que todo el mar está igual de cubierto que la orilla”, comenta preocupado.
Entre turistas que caminan entre las marañas de algas o se toman fotos como si se tratara de un recuerdo pintoresco, la escena refleja una realidad más compleja: el sargazo no es solo un inconveniente estético, sino una amenaza ambiental, económica y social.
Una crisis regional
El fenómeno no afecta solo a República Dominicana. Países vecinos como México, Puerto Rico y Cuba también enfrentan esta problemática. En la reciente Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), el presidente dominicano, Luis Abinader, instó a que el sargazo sea declarado una “emergencia regional”.
“El sargazo ha dejado de ser una anomalía para convertirse en una crisis que golpea significativamente el PIB de las naciones insulares”, afirmó Abinader. En el caso dominicano, el turismo representa el 19 % del Producto Interno Bruto.
Además del turismo, el sargazo afecta a los ecosistemas marinos, perjudica la pesca, genera mal olor al descomponerse y puede causar afecciones respiratorias, especialmente en personas vulnerables.
De amenaza a oportunidad
Frente al desafío, las autoridades dominicanas apuestan por transformar el problema en una oportunidad. Entre las iniciativas destaca la creación del primer Grupo de Trabajo sobre la Valorización del Sargazo, en conjunto con la Unión Europea, con el objetivo de fomentar el aprovechamiento económico de estas algas.
El Ministerio de Medio Ambiente ha lanzado una convocatoria para que empresas propongan soluciones en recolección, tratamiento y usos alternativos del sargazo, como su conversión en biomasa, fertilizantes, cosméticos o insumos alimenticios.
Como parte de su compromiso, el Gobierno se ha propuesto recolectar y poner a disposición el 5 % del volumen proyectado de sargazo para 2026 (unas 50.000 toneladas métricas) y duplicar esa cifra para 2027.
Con medidas como la protección del 30 % del territorio marino y el desarrollo de una plataforma de datos oceanográficos abiertos, República Dominicana busca no solo contener el impacto del sargazo, sino también generar valor a partir de su gestión.