Tras el ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo en 1961, República Dominicana se preparó para celebrar en diciembre de 1962 sus primeras elecciones libres en más de tres décadas. En esos comicios resultó vencedor el opositor Juan Bosch, líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), quien obtuvo un 58.7% de los votos frente a Viriato Fiallo y la Unión Cívica Nacional.
Bosch asumió la Presidencia con un ambicioso programa de reformas económicas y sociales que incluyó la reducción de salarios oficiales, regulación de precios, créditos para pequeñas industrias, impulso a la alfabetización y la creación de zonas francas. En febrero de 1963 promulgó una nueva Constitución que garantizaba libertades sindicales, condenaba el latifundio y limitaba la influencia de empresarios, iglesia y militares, lo que generó tensiones con los sectores de poder tradicionales.
El 25 de septiembre de 1963, apenas siete meses después de haber asumido, Bosch fue derrocado mediante un golpe de Estado con respaldo militar y, según el propio mandatario, con apoyo de Estados Unidos, que temía un escenario similar al de la Revolución Cubana.
El profesor fue apresado y posteriormente enviado al exilio. En una carta dirigida al pueblo dominicano, publicada el 26 de septiembre, defendió su gestión y advirtió que “los hombres pueden caer, pero los principios no”.
Tras su salida, el poder quedó en manos de un triunvirato que enfrentó constantes crisis hasta que, en abril de 1965, estalló la guerra civil. La intervención militar de Estados Unidos marcó aquel conflicto que culminó en 1966 con la celebración de nuevas elecciones, en las que resultó electo Joaquín Balaguer, quien gobernaría ininterrumpidamente por 12 años.
