Más de 60 personas perdieron la vida y alrededor de cien resultaron heridas el viernes en un brutal ataque seguido de un incendio en una sala de conciertos en un suburbio de Moscú. El grupo yihadista Estado Islámico (EI) ha reivindicado la responsabilidad de este acto de terror.
El Comité de Investigación declaró que más de 60 personas perdieron la vida en el atentado, advirtiendo que el número de víctimas podría aumentar. Mientras tanto, el servicio de seguridad (FSB) informó inicialmente que al menos 40 personas murieron en el complejo Crocus City Hall.
El presidente Vladimir Putin, tras recibir informes detallados sobre el ataque, expresó su deseo de pronta recuperación para los heridos. El grupo EI, conocido por sus ataques en Rusia en el pasado, afirmó haber atacado una gran concentración en las afueras de la capital rusa.
La tragedia ocurrió en Krasnogorsk, un suburbio al noroeste de Moscú. Testigos relatan escenas de horror, describiendo ráfagas de ametralladoras seguidas por el grito desgarrador de una mujer, seguido de numerosos gritos de pánico.
Servicios de rescate informaron sobre un grupo de atacantes no identificados que abrieron fuego contra el público y los agentes de seguridad en la entrada de la sala de conciertos. Las autoridades rusas han desplegado unidades especiales para buscar a los responsables.
El incendio desatado tras el ataque ha sido contenido, pero los esfuerzos de los bomberos y los servicios de emergencia continúan en el lugar. El ministro de Salud reportó 115 personas hospitalizadas, incluyendo cinco niños y 60 adultos en estado grave.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, expresó su apoyo a Putin, mientras que otros líderes internacionales, incluyendo Estados Unidos, Brasil y México, condenaron el ataque y manifestaron su solidaridad con el pueblo ruso.
En medio de las especulaciones sobre los perpetradores, Ucrania negó cualquier implicación, desafiando las acusaciones de los servicios de inteligencia militar rusos. Las tensiones entre ambos países se han exacerbado, con amenazas de represalias por parte del expresidente ruso Dmitri Medvédev si se demuestra la participación ucraniana en el ataque.
Este devastador evento resalta la persistente amenaza del terrorismo en Rusia, que ha enfrentado numerosos ataques en el pasado, tanto de grupos islamistas como de individuos con motivaciones políticas o personales.
