Han transcurrido 61 días desde aquella fatídica madrugada del 8 de abril, cuando el techo de la discoteca Jet Set colapsó, dejando una herida profunda en el corazón del municipio de Bajos de Haina. Lo ocurrido sigue siendo un eco constante en la memoria colectiva de esta comunidad.
Desde entonces, la rutina matutina ha perdido su esencia: los abrazos, los saludos cariñosos, las risas y hasta el aroma del café han sido reemplazados por el silencio de la ausencia. Las familias, marcadas por la pérdida de 25 seres queridos, luchan por adaptarse a una vida donde ya no están quienes solían ser el centro del hogar.
En sectores como El Centro, Villa Lisa, Villa Penca, La Proyecto, El Distrito, Barrio Chino, La Duarte, Kilómetro 18 y Bella Vista, la tristeza ha dado paso al recogimiento. Ya no se escuchan conversaciones en voz alta ni se celebran fiestas como antes. La tragedia ha impuesto un luto que se respira en cada esquina.
Vidas que dejaron huella
Abram Santana Castillo, residente de Villa Penca, recuerda con admiración a su tío, conocido como Pion. «Siempre estaba de buen humor, haciendo chistes. Su pérdida nos dejó vacíos», comenta con la voz cargada de emociones.
En el sector El Centro, los vecinos aún lamentan la partida de Juana Vásquez, conocida por todos como Marisol, “el alma de cada encuentro”. Ana Rosario, su amiga, relata entre lágrimas: “Se fue hace dos meses y todavía espero verla pasar con uno de sus vestidos coloridos”.
El silencio también pesa en las calles de El Distrito, donde la ausencia de la maestra Andrea Florentino se hace notar. Su amiga, Ana Ferrer, observa con melancolía el mural que ahora decora una pared de 40 metros en la intersección de las calles Américo Lugo y Sánchez Ramírez, en memoria de quienes fallecieron esa noche.
La pérdida de familias enteras
Entre las víctimas se cuentan las hermanas Lucía y Ruth Dilania de la Cruz, quienes murieron junto a sus esposos, Joel Manuel Santana Pion y Juan Manuel Santana Olivier. Dejaron en la orfandad a cinco niñas. Su sobrina, Paola Montero, de 21 años, afirma que desde entonces, “nada volvió a ser igual”. Las reuniones familiares se sienten incompletas y el dolor aún es muy visible.
“Eran la chispa en cada celebración. Hoy, al mirar las fotos que tantas personas vienen a ver a diario, sentimos que este lugar se ha convertido en un memorial constante”, dice Paola.
Un pueblo en duelo
El luto que embarga a Haina no distingue edades ni calles. Cada víctima dejó una historia inconclusa: Luis Emilio y Milagros Guillén, junto a Andrés Pichardo; las parejas Homero Astacio y Gloria García, Isabel Cabrera y Héctor Peguero; así como Damaris Montás, Rosa Pérez de Jesús, Clasrisleiny Peguero, Aroel Nolasco, Ramón Santana, Enrique Blanco, Ramón Jiménez, Marylenny Pilarte, Luca Massimo Lemolo, Andrea Medina, y el legendario merenguero Rubby Pérez.
En total, 25 nombres que ahora forman parte de la historia triste de un pueblo unido por el dolor, pero también por el recuerdo imborrable de quienes un día llenaron de alegría las calles de Haina.