La aprobación de la gestión del presidente Donald Trump ha sufrido una fuerte caída desde el inicio de su segundo mandato, según una nueva encuesta del AP-NORC Center for Public Affairs Research, que revela un creciente descontento incluso dentro de su propio partido.
El sondeo, realizado tras las recientes victorias demócratas en las elecciones intermedias y antes de las medidas para poner fin al cierre de Gobierno más largo en la historia de Estados Unidos, muestra que solo el 33% de los adultos aprueban la forma en que Trump dirige el Gobierno, frente al 43% registrado en marzo.
Entre los republicanos, la aprobación cayó del 81% al 68%, mientras que entre los independientes bajó del 38% al 25%. En tanto, un 95% de los demócratas mantiene su desaprobación, un leve aumento respecto al 89% de marzo.
El prolongado cierre gubernamental, que afectó el tráfico aéreo, suspendió pagos a miles de empleados federales y puso en riesgo ayudas alimentarias, parece haber minado el respaldo al mandatario. A esto se suman medidas polémicas como despidos masivos y el desmantelamiento de agencias federales.
Algunos republicanos expresaron su frustración. “Me siento profundamente preocupada por el cierre del gobierno durante más de 40 días”, dijo Beverly Lucas, una educadora jubilada de Florida, quien calificó el mandato de Trump como “tener a un niño petulante en la Casa Blanca”.
Pese al descenso en la aprobación de su gestión administrativa, la valoración general del presidente se mantiene estable, con un 36% de aprobación, similar a los niveles registrados en octubre. Su manejo de temas como la inmigración, la economía y la salud no muestra grandes variaciones, con un 34% de respaldo en este último aspecto.
Mientras tanto, otros seguidores de Trump, como Susan McDuffie, de Nevada, mantienen su apoyo. “Confío en que el país va por el buen camino. Los demócratas son los responsables del cierre”, afirmó.
El estudio también refleja que la población reparte culpas entre ambos partidos. “Creo que todos están siendo tercos”, opinó Nora Bailey, una madre reciente en Arkansas, afectada por los retrasos en programas de asistencia.
Analistas sostienen que la imagen del mandatario podría recuperarse si el Gobierno reabre, aunque el impacto político del cierre podría dejar una huella más profunda en la percepción pública.
Como resumió Lucas: “Necesitamos resolver los conflictos con inteligencia, no como abusones en el patio de recreo”.
