El gigante aeronáutico Boeing se encuentra nuevamente bajo el escrutinio global tras el reciente accidente de un Boeing 787 de Air India. La aeronave, también conocida como Dreamliner, con más de 240 personas a bordo, se estrelló en Ahmedabad, India, minutos después de despegar. Aunque la causa del siniestro aún no ha sido esclarecida, este incidente marca el primer accidente fatal de un 787 desde su entrada en servicio en 2009. Tras la noticia, las acciones de Boeing experimentaron una caída de más del 5% en las operaciones previas al mercado.
El Dreamliner ha tenido un historial de desafíos. Fue la primera aeronave en incorporar ampliamente baterías de iones de litio, valoradas por su ligereza y eficiencia energética. Sin embargo, en 2013, toda la flota de 787 tuvo que ser temporalmente inmovilizada debido a problemas de sobrecalentamiento de estas baterías, que en algunos casos llegaron a provocar incendios.
Más allá del 787, el modelo 737 Max de Boeing ha sido una fuente de problemas persistentes para la compañía. Este exitoso avión estuvo involucrado en dos accidentes fatales: uno en Indonesia en 2018 y otro en Etiopía en 2019, que en conjunto cobraron la vida de 346 personas. La raíz del problema se identificó en un sensor defectuoso que proporcionaba lecturas erróneas, haciendo que la nariz del avión se inclinara hacia abajo e impidiendo a los pilotos recuperar el control. Como resultado, la flota de 737 Max fue inmovilizada a nivel mundial hasta que Boeing rediseñó el sistema afectado. Recientemente, la preocupación resurgió cuando un tapón de puerta se desprendió de un 737 Max operado por Alaska Airlines. Este suceso llevó a los reguladores a limitar la producción de Boeing a 38 aviones por mes. A pesar de estos contratiempos, el Departamento de Justicia de EE. UU. ha llegado a un acuerdo que permite a Boeing evitar un proceso penal por supuestamente haber engañado a los reguladores estadounidenses sobre el Max antes de los accidentes.
La acumulación de estos desafíos ha impactado considerablemente la salud financiera de Boeing. La compañía reportó una pérdida de 11.8 mil millones de dólares en 2024, elevando sus pérdidas totales a más de 35 mil millones de dólares desde 2019. A esto se sumó una huelga de maquinistas en sus fábricas de Renton y Everett, Washington, que paralizó la producción y afectó su capacidad de entrega.
En cuanto a las entregas de aeronaves, la mayor supervisión gubernamental y la huelga contribuyeron a una disminución significativa el año pasado. Boeing entregó 348 aviones en 2024, lo que representa un tercio menos que los 528 reportados el año anterior. Esta cifra es menos de la mitad de lo que entregó su principal rival, Airbus, que reportó 766 aviones comerciales en 2023. A pesar de las turbulencias, las aerolíneas no han cesado de confiar en Boeing. El mes pasado, la compañía consiguió importantes pedidos de dos clientes de Oriente Medio, incluyendo una orden de 96 mil millones de dólares por aviones 787 y 777X de Qatar, que se considera la mayor orden para estos tipos de aviones de fuselaje ancho en la historia de la compañía.
