En un desarrollo que ha captado la atención global, seis bombarderos furtivos B-2, procedentes de la Base de la Fuerza Aérea de Whiteman en Misuri, parecen estar en una trayectoria directa hacia una base aérea estadounidense en Guam. Este despliegue, detectado a través de datos de seguimiento de vuelos y comunicaciones de control de tráfico aéreo, sugiere una misión de gran envergadura.
La especulación sobre la naturaleza de su carga es alta. Tras su despegue de Misuri, los bombarderos habrían repostado combustible, un indicio que sugiere que partieron con sus tanques incompletos debido a un peso considerable a bordo. Se presume que este peso adicional podría corresponder a las potentes bombas anti-búnker, un armamento que, según se informa, solo Estados Unidos posee.
Estas municiones, de las cuales el B-2 es capaz de transportar hasta dos unidades de 15 toneladas, son consideradas cruciales para una posible operación contra la instalación nuclear iraní de Fordow, un sitio notoriamente fortificado. Expertos en defensa subrayan que la destrucción de Fordow desde el aire sería una tarea exclusiva de la capacidad estadounidense. La singularidad de estas bombas radica en su diseño: utilizan la fuerza de la gravedad para perforar capas de tierra, roca y hormigón antes de detonar bajo tierra. El resultado de tal explosión podría ser la aniquilación total del objetivo o el colapso estructural de la zona circundante.
Este movimiento estratégico ocurre en un momento crítico. Se espera el regreso del Presidente Donald Trump a la Casa Blanca este sábado, donde recibirá informes de inteligencia del Consejo de Seguridad Nacional. El presidente debe tomar una decisión clave sobre la posible implicación de EE.UU. en el conflicto entre Israel e Irán. Recientemente, se observó un aparente desacuerdo público entre el presidente y la Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, sobre si Irán está construyendo un arma nuclear. Sin embargo, Gabbard ha aclarado que la inteligencia estadounidense indica que Irán podría producir un arma nuclear en cuestión de semanas o meses si decidiera finalizar su ensamblaje, una situación que el Presidente Trump ha declarado inaceptable.
Mientras tanto, aunque Estados Unidos no ha intervenido directamente en el conflicto, el Departamento de Estado anunció recientemente sanciones contra Teherán. Estas medidas apuntan a ocho entidades y un individuo implicados en la adquisición y envío de maquinaria sensible a la proliferación desde China, destinada a la industria de defensa iraní.
La presencia de estos bombarderos B-2 con su posible carga de «bunker-busters» añade una capa de tensión y expectación a la ya volátil situación en la región, mientras el mundo espera las próximas decisiones de Washington.
