lunes, septiembre 16, 2024
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    ¿Un trabajo que altera el ritmo circadiano podría ser cancerígeno? Un biobanco ayudará a descubrirlo.

    “Queremos demostrar científicamente que el desempeño de nuestro trabajo afecta a nuestro organismo”, afirmó López, bióloga molecular.

    Madrid.- ¿Qué efectos tiene para la salud estar sometido a un constante ‘jet lag’ o a turnos laborales que desajustan los biorritmos? El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de España ha creado el primer biobanco de muestras de auxiliares de vuelo para estudiar cómo la alteración del reloj biológico impacta en las defensas del cuerpo.

    El sistema inmunológico sigue un ciclo de 24 horas, dividido en fases de descanso y actividad, durante las cuales los leucocitos (glóbulos blancos que combaten enfermedades) se movilizan en los tejidos.

    Los investigadores sospechan que, en personas expuestas de manera continua al ‘jet lag’ o a cambios frecuentes de turnos, este ciclo biológico se desajusta, afectando el número y la función óptima de los leucocitos.

    Para confirmar esta teoría y avanzar en la investigación médica, en 2021 el CNIO incorporó a su biobanco una colección de muestras biológicas de un grupo poblacional con alteraciones constantes de biorritmos: los auxiliares de vuelo.

    Esta iniciativa fue posible gracias a la colaboración entre el centro de investigación y la Asociación Española de Tripulantes de Cabina de Pasajeros (AETCP), según explicó a EFE Virginia López, encargada de salud profesional de la organización.

    “Queremos demostrar científicamente que el desempeño de nuestro trabajo afecta a nuestro organismo”, enfatizó López, quien es bióloga molecular.

    Además de trabajar bajo condiciones que desafían los límites saludables establecidos por la alternancia día-noche, los tripulantes están expuestos a un entorno peculiar: radiación, luz artificial, falta de contacto con el exterior y sus seres queridos, y una alimentación muy influenciada por su entorno laboral.

    Según López, los problemas de salud y la aparición de ciertos tipos de cáncer son temas recurrentes entre los tripulantes de larga distancia que llevan más de 15 años de carrera.

    “Mientras otras profesiones que comparten nuestro entorno laboral tienen reconocido el riesgo y pueden jubilarse a los 60 años, como pilotos o fotógrafos aéreos, nosotros no contamos con ese derecho”, señaló.

    Las muestras de hoy, las terapias del mañana
    Aquí es donde entra en juego el biobanco del CNIO: una rigurosa colección de muestras biológicas (sangre, uñas, tumores, o sustancias como heces o saliva) que es esencial para que los científicos investiguen enfermedades y desarrollen tratamientos.

    Tras la solicitud de la asociación de tripulantes, el biobanco creó una colección específica para estudiar los efectos del desfase horario crónico en las células del sistema inmunitario.

    Desde 2021, más de 130 tripulantes de vuelo españoles visitan regularmente el centro para donar muestras de sangre y saliva, y entregar otras como orina, heces y uñas recogidas en casa en tubos especiales proporcionados por el CNIO.

    “Además de las muestras, los donantes proporcionan información detallada sobre su historial clínico y familiar, dieta, ejercicio, consumo de tabaco y horas y tipo de vuelo, entre otros datos”, indicó a EFE María Jesús Artiga, directora del Biobanco del CNIO.

    La colección es confidencial (la identidad se codifica) y longitudinal: “cada año se recogen muestras de las mismas personas, lo que la convierte en una herramienta extremadamente valiosa para estudiar marcadores tempranos en caso de que un donante desarrolle alguna enfermedad”, subrayó Artiga.

    Ritmos circadianos y cáncer
    La primera solicitud para realizar estudios con el biobanco de tripulantes provino del grupo de inmunidad del cáncer del CNIO, donde las investigadoras María Aceves y Alba de Juan investigan cómo los ritmos circadianos influyen en el sistema inmunitario y su relación con el cáncer, teniendo en cuenta también el metabolismo.

    “Seguiremos a los tripulantes durante cuatro años para detectar cambios en la cantidad de células inmunitarias y ver si tienen un perfil más propenso a la inflamación”, explicó Alba de Juan.

    Para el estudio, se han establecido tres grupos: tripulantes de vuelos de larga distancia, de vuelos cortos pero con turnos más variables, y un grupo de control compuesto por personas que no vuelan y llevan una vida con horarios regulares.

    Actualmente, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer considera que un trabajo que altere los ritmos circadianos es “probablemente cancerígeno”, ya que hay suficiente evidencia experimental en animales, aunque limitada en humanos.

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