Conocido como el “oro marrón”, el cacao ha sido durante siglos uno de los productos más valiosos y simbólicos para muchas economías de África y América Latina. Sin embargo, en los últimos años, su producción se ha visto amenazada por factores como el cambio climático, la disminución de cultivos y la aparición de plagas, lo que lo convierte en un bien cada vez más escaso a nivel mundial.
Orígenes milenarios y variedades con historia
Originario de la cuenca del Amazonas —una vasta región que abarca Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Surinam y la Guayana Francesa—, el árbol del cacao se adaptó siglos más tarde a las tierras de Mesoamérica. Fue allí, en lo que hoy es América Central y México, donde antiguas civilizaciones como la maya y la azteca comenzaron a procesarlo, elevando su estatus a alimento sagrado y moneda de cambio.
De esta etapa surgió la variedad criolla, famosa por su sabor suave, aromático y de alta calidad, en contraste con los granos más amargos que provenían del sur del continente. A esta se suman dos variedades adicionales: el forastero, el más cultivado en el mundo por su resistencia, también conocido como “cacao amazónico”; y el trinitario, un híbrido entre el criollo y el forastero, cultivado desde el siglo XVII en la isla de Trinidad y apreciado por su sabor refinado, ideal para chocolates finos.
Un mercado dominado por África y América Latina
Hoy en día, África es la potencia indiscutible del cacao: produce el 73 % del total mundial, aunque apenas consume el 3 % del chocolate que se fabrica. La región alcanza una producción de más de 3.1 millones de toneladas, con Costa de Marfil como líder indiscutible, aportando cerca del 38 % del cacao global, lo que representa el 15 % de su Producto Interno Bruto (PIB).
Ghana ocupa el segundo lugar con 800,000 toneladas anuales, mientras que Nigeria se posiciona tercera, aunque a cierta distancia, con unas 280,000 toneladas.
En el continente americano, la producción también es significativa, con más de un millón de toneladas al año, representando aproximadamente el 24 % del mercado global. A pesar de ser una región con un legado profundo en la historia del cacao, su papel en el consumo y transformación del producto sigue siendo limitado en comparación con el mundo desarrollado.