América Latina y el Caribe concentran una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. Sin embargo, millones de habitantes no reciben el recurso en sus hogares. La región vive una paradoja: mientras ríos, glaciares y acuíferos abundan, la desigualdad, la falta de infraestructura, la sobreexplotación y los efectos del cambio climático convierten el agua en un bien escaso y, en muchos casos, un privilegio.
Sequías históricas en Brasil y Colombia
En Brasil, la sequía de 2024 golpeó al 70 % de los municipios amazónicos y redujo la generación hidroeléctrica. Los incendios forestales arrasaron más de 30 millones de hectáreas, afectando la calidad del aire y poniendo en riesgo los caudalosos ríos del país.
Colombia, pese a ser uno de los territorios más lluviosos del planeta, enfrenta racionamientos como el vivido en Bogotá en 2024. Expertos señalan que proteger páramos y bosques es vital, así como incluir el cambio climático en las políticas públicas.
Uruguay, Puerto Rico y México: crisis de gestión
Uruguay vivió en 2023 la peor crisis hídrica de su historia: Montevideo recibió agua salada de la llave y el embalse Paso Severino llegó a niveles críticos. Para expertos, más que un problema de escasez, fue un fracaso de gestión.
Puerto Rico, entre 2015 y 2020, sufrió racionamientos severos. Hoy enfrenta una alarmante pérdida del 66 % del agua producida por fugas y conexiones ilegales.
En México, la sobreexplotación de acuíferos y la amenaza del “día cero” en Ciudad de México ilustran una crisis estructural que combina aridez, contaminación y mala gestión.
Venezuela, Perú y Argentina: desigualdades profundas
En Venezuela, el 77 % de la población recibe agua limitada y el 11 % carece totalmente del servicio, reflejo del deterioro de los servicios públicos.
En Perú, 3,3 millones de personas carecen de agua potable pese a la abundancia de ríos amazónicos, mientras acuíferos como los de Ica se agotan por sobreuso.
En Argentina, más de la mitad del territorio estuvo en sequía en 2022 y un 20 % de la población carece de agua segura, incluso en zonas urbanas.
Caribe y Centroamérica: una deuda estructural
Costa Rica, con cobertura promedio del 93 %, esconde grandes desigualdades. En algunos cantones, la cobertura no llega al 60 % y la presión turística agrava la sobreexplotación.
En El Salvador, casi el 28 % de la población no recibe agua por tuberías y el 95 % de las fuentes superficiales está contaminado.
República Dominicana, aunque cuenta con importantes cuencas, sufre disparidades territoriales: solo el 26 % de la población recibe agua continua. El Gobierno impulsa un “Pacto por el Agua” para invertir en infraestructura hasta 2036.
Cambio climático como acelerador
Sequías más prolongadas, lluvias torrenciales concentradas, deforestación y sobreuso de suelos intensifican la crisis hídrica regional. Los expertos coinciden: el problema no es la falta absoluta de agua, sino la mala gestión, la desigualdad y la falta de planificación.
Una paradoja con salida
El balance es claro: América Latina y el Caribe poseen suficiente agua, pero la distribuyen mal. La solución pasa por reparar fugas, invertir en saneamiento, proteger ecosistemas, diversificar fuentes y garantizar equidad territorial.
El agua debe dejar de ser un privilegio y asumirse como lo que es: un derecho humano fundamental. Solo así la región podrá transformar su abundancia en seguridad hídrica para las próximas generaciones.