Este martes marcó un hito para SpaceX, la compañía liderada por Elon Musk, al completar con éxito la sexta prueba de su cohete Starship, el más grande jamás construido. Sin embargo, no solo el lanzamiento captó la atención, sino también la presencia destacada de Elon Musk y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quienes siguieron de cerca el evento desde Boca Chica, Texas.
Primero estuvieron en la sala de control y luego lo vieron desde el exterior de Starbase, la base ubicada en Boca Chica, Texas, cerca a la frontera con México
El mandatario electo, con su característica gorra roja de “Make America Great Again”, observó el vuelo desde las instalaciones de Starbase. El cohete logró un aterrizaje exitoso en el océano Índico alrededor de las 17:00 hora local (23:00 GMT), una hora después del despegue, a pesar de haber sufrido daños menores en su cubierta protectora durante el descenso.
Tras el evento, Musk aprovechó para conversar con Trump sobre los detalles técnicos de la misión, marcando otro punto de conexión entre ambos líderes. Horas antes, Trump había expresado su entusiasmo en redes sociales: “¡Buena suerte a Elon Musk y a los grandes patriotas detrás de este proyecto increíble!”, destacando el logro como un símbolo del ingenio estadounidense.
La relación entre Musk y Trump ha ganado notoriedad, especialmente tras la victoria del republicano en las últimas elecciones. En un esfuerzo por destacar su enfoque en innovación y desarrollo, Trump anunció recientemente que Musk liderará el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) a partir del 20 de enero, cuando asuma la presidencia.
Este histórico lanzamiento no solo refuerza el papel de SpaceX como líder en la exploración espacial, sino que también se perfila como un pilar clave en la visión de futuro que busca proyectar la nueva administración.