Mañana, miércoles 7 de febrero, Haití se dirige hacia un estado de vacío institucional total, con tensiones políticas y sociales alcanzando niveles críticos. Con un jefe de gobierno en el crepúsculo de sus funciones, un parlamento inactivo desde 2020 y una población descontenta que llena las calles exigiendo soluciones, el país caribeño se encuentra en una encrucijada.
El descontento estalló ayer en las principales ciudades con protestas violentas y enfrentamientos entre manifestantes y la policía. El clamor unánime es claro: ¡Fuera Henry!
Este caos político se remonta a la trágica madrugada del 7 de julio de 2021, cuando el entonces presidente Jovenel Moise fue asesinado en un ataque a su residencia. Desde entonces, la situación solo ha empeorado.
Ariel Henry asumió el cargo de primer ministro en medio de la crisis, pero las presiones y la falta de consenso han marcado su gestión. Aunque se había alcanzado un acuerdo de gobernanza en diciembre de 2022, previendo una transición ordenada y la celebración de elecciones generales en 2023, Henry ha tomado medidas que desafían dicho pacto, exacerbando las tensiones.
La designación reciente de un nuevo presidente interino y primer ministro por parte de algunos sectores ha sido rechazada por Henry, quien se niega a reconocer la legitimidad de este movimiento. Esto ha llevado a un punto crítico en el que el país se encuentra al borde del colapso institucional.
Los haitianos observan con aprensión el desenlace de esta situación, mientras el país enfrenta una profunda crisis política y social. El futuro de Haití pende de un hilo en este oscuro miércoles.