La «Puerta de la Misericordia» se erige como un símbolo de valentía y libertad. Fue el escenario donde el patriota Ramón Matías Mella proclamó la independencia dominicana el 27 de febrero de 1844. Hoy, este monumento es más que un hito arquitectónico; es el legado de una nación que luchó por su soberanía.
Desde su construcción en 1543 como parte de las Murallas de Santo Domingo, esta puerta ha sido testigo del devenir histórico de la ciudad. Su restauración, iniciada en 1980, no solo busca preservar su esplendor arquitectónico, sino también revitalizar su importancia como punto de encuentro y conexión entre la Ciudad Nueva y la Ciudad Colonial.
La nueva «Puerta de la Misericordia» se presenta como un espacio democrático y accesible para todos los ciudadanos, con una plaza que une ambos lados de la ciudad, reflejando la integración urbana y el valor histórico que esta joya colonial representa.