Redacción.- La creciente tendencia a buscar en la inteligencia artificial un sustituto de la interacción humana plantea riesgos profundos para la calidad de nuestras relaciones, advierte el profesor Scott Galloway, autor de bestsellers y docente de marketing en la Universidad de Nueva York. Según Galloway, la facilidad con la que las personas recurren a la IA para obtener compañía, consejo o incluso apoyo emocional está vaciando de contenido la experiencia relacional, al eliminar los desafíos y la complejidad inherentes a los vínculos humanos.
En una reciente publicación en redes sociales, Galloway describió a la IA como “una madriguera de conejo” que “nos aísla unos de otros”, señalando que, aunque estas tecnologías pueden simular ciertos aspectos de la amistad, en realidad ocupan el espacio que deberían llenar los seres humanos. Para el profesor, este fenómeno está contribuyendo a una mayor desconexión social: “Las personas están apoyándose en sus relaciones con la IA de la misma manera en que antes lo hacían con otros seres humanos”, afirmó Galloway a Fast Company.
Reconoce que la disponibilidad constante de la IA puede resultar atractiva, sobre todo cuando las personas no encuentran a alguien cercano con quien hablar, pero advierte que esa facilidad es, precisamente, el problema central.
Galloway subraya que la IA está diseñada para mantener a los usuarios frente a la pantalla y para ser “a veces, excesivamente comprensiva”. Según su análisis, la tecnología ofrece exactamente lo que el usuario desea, incluso en exceso, lo que puede llevar a una relación artificialmente cómoda y carente de autenticidad. “Hay que ser conscientes de que estas cosas no son seres humanos reales”, explicó Galloway a Fast Company. “Están hechas para mantenerte en la pantalla” y para “ser a veces comprensivas hasta el extremo”.
El profesor identifica varias carencias fundamentales en la IA: no puede mostrar compasión ni empatía genuinas y, además, su honestidad es limitada. Galloway advierte sobre el peligro de los bots que “dicen a las personas lo que quieren oír, en lugar de lo que necesitan escuchar”. Esta dinámica, según él, puede encerrar a los usuarios en un ciclo de consumo de lo que denomina “calorías vacías”: la IA actúa como un amigo, pero ¿es realmente un amigo aquel que solo valida tus deseos? “La IA coopera, mientras que un ser humano podría oponerse”, señaló Galloway a Fast Company.



