La presencia militar de Estados Unidos en el Caribe alcanzó niveles históricos con el arribo del portaaviones USS Gerald R. Ford, el buque insignia de la Armada norteamericana.
Con más de 15,000 efectivos distribuidos entre fuerzas navales, aéreas y unidades de apoyo logístico, Washington refuerza su estrategia de disuasión y control marítimo en una región marcada por crecientes tensiones geopolíticas.
Analistas internacionales sostienen que esta maniobra representa un mensaje directo a los regímenes aliados de Moscú y Pekín en el hemisferio, y subraya la intención de Estados Unidos de mantener su influencia estratégica frente al avance de potencias rivales en América Latina y el Caribe.




