El impacto devastador del fentanilo en Estados Unidos y Canadá, con miles de muertes atribuidas a su consumo ilegal, ha encendido las alarmas en América Latina y el Caribe, donde los gobiernos han comenzado a implementar medidas preventivas y sancionadoras para evitar una crisis similar.
En los últimos cuatro años, los países de la región han fortalecido la capacitación de policías, creado protocolos de intervención, endurecido leyes, lanzado campañas de concienciación y reforzado las sanciones contra el narcotráfico.
Pablo Rossi, director de la Fundación Manantiales en Argentina y Uruguay, señaló que aún no está claro si el fentanilo será una droga pasajera, como ocurrió con la heroína, o un fenómeno en expansión como el éxtasis. “Lo importante es estar preparados para ambos escenarios”, subrayó.
Aunque el fentanilo concentra la atención, expertos advierten sobre la aparición de otras sustancias sintéticas de alta potencia, como los nitazenos y la xilacina, que ya han sido detectadas en algunos países.
Capacitación y protocolos
En Brasil, la primera incautación de fentanilo se logró gracias a entrenamientos brindados por la DEA en El Salvador. En Costa Rica, el Ministerio de Seguridad estableció protocolos especiales para evitar intoxicaciones por contacto, mientras que Argentina actualizó en 2024 su lista de sustancias prohibidas, incorporando 170 compuestos vinculados al opioide, y creó una red federal de laboratorios antidrogas.
El Informe Mundial sobre Drogas 2025 de la ONU advierte que, aunque el fentanilo aún no es común fuera de América del Norte, otros opioides sintéticos más potentes ya se asocian a muertes en distintos continentes.
Escenarios críticos
En Puerto Rico, las autoridades reportaron 1,788 muertes por sobredosis en tres años, con episodios alarmantes como el ocurrido en Arecibo, donde 10 personas fallecieron en solo dos días. En Venezuela, médicos han advertido del problema de salud pública que implica el consumo ilegal, mientras que Chile endureció sanciones incluso contra el microtráfico de pequeñas dosis de fentanilo.
En Perú, la Policía desmanteló este año a “Los Facinerosos de la Medicina Ilegal”, red dedicada al tráfico de medicamentos restringidos, e incautó seis mil ampolletas destinadas a Estados Unidos y Europa, en la mayor operación contra este opioide en el país.
México, bajo presión
México enfrenta un doble frente: acusado por Estados Unidos de ser el principal productor de fentanilo ilegal y con un consumo interno en aumento, especialmente en los estados fronterizos como Baja California, Sonora y Chihuahua. Aunque el gobierno insiste en negar la magnitud del problema, informes forenses revelan que uno de cada cinco cadáveres analizados en Mexicali contenía rastros de la droga.
Para especialistas, como César Raúl González Vaca, director del Semefo en Baja California, la reacción mexicana ha sido tardía: “Vamos tarde porque Estados Unidos empezó hace mucho tiempo. Aquí también hay xilacina, pero ni siquiera la estamos buscando”.
La expansión del fentanilo en la región aún es incipiente, pero los expertos coinciden en que el desafío radica en anticiparse antes de que el fenómeno tome dimensiones similares a las de Norteamérica.