El 25 de junio de 2009 el mundo se detuvo por unos minutos. La noticia era tan impactante como dolorosa: Michael Jackson, el Rey del Pop, había muerto a los 50 años en su casa de Los Ángeles, dejando un vacío irreemplazable en la historia de la música. Hoy, 16 años después, su figura sigue brillando con la misma intensidad, entre la nostalgia, la admiración y la controversia.
Michael Jackson no fue solo un cantante o bailarín. Fue un fenómeno cultural que redefinió la industria del entretenimiento. Desde sus inicios como niño prodigio en los Jackson 5 hasta convertirse en el artista más influyente del siglo XX, Jackson rompió barreras raciales, técnicas y creativas con su inconfundible estilo.
Su álbum Thriller (1982) sigue siendo el más vendido de todos los tiempos. Coreografías como la de Billie Jean, Beat It o Smooth Criminal aún se estudian y replican en escenarios y academias del mundo entero. Su voz, su estética, su manejo del espectáculo y su compromiso con causas sociales lo convirtieron en un artista total.
El precio de la fama

Pero el ascenso de Michael no estuvo exento de sombras. La presión mediática, los problemas de salud, las transformaciones físicas y las acusaciones legales marcaron la segunda mitad de su vida. En sus últimos años, parecía más un mito frágil que un ser humano.
Su muerte, causada por una sobredosis de medicamentos administrados por su médico personal, Conrad Murray, conmocionó al planeta. Más de mil millones de personas siguieron su funeral en vivo por televisión e internet. El mundo entero lloró al unísono.

Dieciséis años después, Michael Jackson sigue presente. Su música se reproduce en todas las plataformas. Las nuevas generaciones lo descubren a través de TikTok, documentales, videojuegos y homenajes. Grandes artistas contemporáneos —como Beyoncé, Bruno Mars, The Weeknd o Chris Brown— reconocen su influencia directa.
A nivel legal, su legado también sigue en disputa, con constantes debates sobre su vida personal. Pero incluso en la polémica, su arte habla más fuerte que cualquier rumor.
Más que un artista: un símbolo
Michael Jackson simboliza el poder de la reinvención, la magia del escenario y la conexión universal a través del ritmo. Su historia es compleja, brillante y, a veces, trágica. Pero nadie puede negar su impacto.
Hoy, en el aniversario 16 de su partida, millones lo recuerdan con cariño. Se encienden velas, se organizan tributos, se visten chaquetas rojas, se repite el “moonwalk”, y sobre todo, se escucha su voz, que sigue diciendo: Don’t stop ‘til you get enough.
Porque, aunque Michael se fue físicamente aquel 25 de junio, su espíritu sigue bailando sobre el escenario de la eternidad.