La República Dominicana lamenta la pérdida de Henríquez Grateraux, figura emblemática del periodismo y las letras del país. Nacido en la provincia La Vega, fue hijo de Herminio Henríquez Pérez y Josefina Gratereaux. Su vida estuvo marcada por una trayectoria profesional en la que ocupó importantes cargos, entre ellos, el de administrador general del periódico Listín Diario de 1963 a 1966.
Además, Grateraux desempeñó funciones clave como secretario ejecutivo de la Liga de Asociaciones y Préstamo (1976-1978) y director de relaciones públicas tanto de la Presidencia como de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Sin embargo, uno de sus mayores legados fue dirigir el periódico El Siglo desde 1977 hasta el cierre del diario en 2002.
Reconocimientos a su carrera
A lo largo de su vida, Henríquez Grateraux recibió numerosos reconocimientos por su invaluable aporte a la cultura y la literatura. Entre sus distinciones más destacadas se encuentran el Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña (1979), el Premio Caonabo de Oro (2001) y la Medalla al Mérito Cultural del Ateneo Amante de la Luz (2010). En 2017, su vasta obra fue coronada con el Premio Nacional de Literatura, otorgado por la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura.
En reconocimiento a su profundo conocimiento de la lengua española, fue miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, ocupando el sillón K, y miembro correspondiente de la Real Academia Española.
Una vida dedicada a las letras
Henríquez Grateraux también dejó un legado literario con la publicación de varios libros. Entre sus títulos más conocidos se encuentran La Feria de las Ideas (1984), Un ciclón en una botella (1996), Empollar huevos históricos (2001), Disparatario (2002), Pecho y espalda (2003) y Ubres de novelastra (2008), entre otros. Además, fue responsable de compilar y prologar las obras completas del poeta Franklin Mieses Burgos en 2007.
Su compañera académica, María José Rincón, lo describió como un faro para quienes se dedican a las letras: «Hay dos facetas que en él admiro sobre las demás, su dominio verbal y su presencia humana, que destila siempre amor y orgullo por su familia».
Hoy, el país despide a un gran hombre, pero su obra y su legado quedarán para siempre en la memoria cultural de la República Dominicana.
